El Reloj de la Vida
Intro
De pequeña le había gustado mucho el arpa, y la tocaba a menudo. Su madre le enseñó, y cuando ésta no estaba lo hacía su hermana mayor. Siempre había alguien para enseñarle, y para oírla tocar.
Esa mañana, no obstante, no había nadie.
Isaniel tocó igualmente, como si lo hiciera para la persona más especial, poniendo todo su corazón y sus sentimientos en ello. Tocó durante mucho rato, aunque le dolían aún los dedos heridos y vendados.
Y, mientras tocaba con los ojos cerrados y los labios entreabiertos, recordó cómo había llegado a ese punto de su vida.
Esa mañana, no obstante, no había nadie.
Isaniel tocó igualmente, como si lo hiciera para la persona más especial, poniendo todo su corazón y sus sentimientos en ello. Tocó durante mucho rato, aunque le dolían aún los dedos heridos y vendados.
Y, mientras tocaba con los ojos cerrados y los labios entreabiertos, recordó cómo había llegado a ese punto de su vida.