El Rey Dragón
Prefacio
La dorada criatura se abrió paso entre las nubes, brillando como si fuera un pequeño sol, y contempló con sus celestes ojos la batalla que se sucedía bajo sus patas.
Estremecida, la pequeña amazona saltó de su lomo y extendió sus alas. Una seguía herida, desgarrada…pero la sostuvo en el aire.
La delicada joven se volvió para mirar a su compañero. Alargó sus pequeñas manos, acarició las quijadas de la criatura y lo besó en el hocico, tiernamente.
[[Ten cuidado.]] Se pidieron a la vez.
Ella sonrió, ruborizándose. Hizo una pirueta en el aire y luego, tras intercambiar una última mirada angustiada, se marchó volando lejos de allí, donde estuviera a salvo.
Pero la criatura dorada se quedó.
Se quedó, porque debía encontrar a alguien.
Desde las alturas buscó, incansable, entre toda la muerte, el dolor, los miembros cercenados y los heridos moribundos.
Hasta que lo encontró.
A su otro yo, agotado, trémulo, tan frágil y pequeño.
El poderoso dragón plegó las alas, lanzándose a la tierra.
Estremecida, la pequeña amazona saltó de su lomo y extendió sus alas. Una seguía herida, desgarrada…pero la sostuvo en el aire.
La delicada joven se volvió para mirar a su compañero. Alargó sus pequeñas manos, acarició las quijadas de la criatura y lo besó en el hocico, tiernamente.
[[Ten cuidado.]] Se pidieron a la vez.
Ella sonrió, ruborizándose. Hizo una pirueta en el aire y luego, tras intercambiar una última mirada angustiada, se marchó volando lejos de allí, donde estuviera a salvo.
Pero la criatura dorada se quedó.
Se quedó, porque debía encontrar a alguien.
Desde las alturas buscó, incansable, entre toda la muerte, el dolor, los miembros cercenados y los heridos moribundos.
Hasta que lo encontró.
A su otro yo, agotado, trémulo, tan frágil y pequeño.
El poderoso dragón plegó las alas, lanzándose a la tierra.